A 20 años de su lanzamiento, el músico misionero celebra una de sus obras más queridas, rodeado de viejos y nuevos amigos. La cita es el sábado 5, a las 20 hs, en el Teatro Lírico. Entrada libre, sujeta a la capacidad de sala.
Veinte años no parecen gran cosa cuando lo dice un tango, pero, en el tiempo que abarca una generación, muchas cosas cambian. Las personas maduran, las amistades se transforman, algunas se diluyen, y el mundo —ese monstruo imprevisible— sigue girando. Sin embargo, cuando la música nace del corazón, queda ahí, flotando en el tiempo, inmune al desgaste de los años.
Este sábado, Osvaldo de la Fuente traerá al presente una de sus obras fundamentales: El libro de los Monstruos, disco lanzado hace dos décadas que, según él mismo, encierra buena parte de su esencia artística. Y lo hará acompañado por un elenco estelar, donde algunos de sus compañeros de ruta —y de aquel disco— estarán presentes, junto a nuevos aliados que enriquecen su propuesta. Ellos son: Julián Texeira, Cecilia Moya, Matías Neris, Nicolás Morgenstern, Ana Bertrán, German Bastos, Killato, Leo Rojas, Humberto Salvador, Julieta Acardi, Ricardo Bernal y Yaisa Montes (voces), y los músicos invitados: Litto Dartois, Sergio Tarnoski, Fernando Solis , Gerardo López y Juan Benegas, Marcelo Bustamante, Nestor Rodríguez y Marcelo Kuczek, además del Conjunto de Música Popular del Parque del Conocimiento.
Los inicios y el desafío de avanzar
Osvaldo es una figura clave en los cimientos del rock moderno de Misiones, sobre todo como guitarrista de Los Pie, la banda que marcó el pulso de toda una generación de finales del siglo pasado. En ese entonces, sus inquietudes musicales no tenían un único rumbo. «Venía de hacer rock experimental, pero siempre hubo una veta más melódica que esperaba su momento», recuerda. Ese momento llegó con El libro de los Monstruos, aunque el camino hacia su creación estuvo lejos de ser sencillo.
«Había una sensación de peso, de incertidumbre. A veces te preguntas si lo que hacés le va a importar a alguien, pero al final todo se reduce a seguir esa intuición interna. Y eso hice», confiesa, como quien revive una batalla que, aunque lejana, aún se siente.
Construir un álbum, a machetazos
El libro de los Monstruos fue concebido en pedazos, con canciones que venían de distintos rincones de su carrera. El resultado, sin embargo, es un disco sorprendentemente coherente. Desde las bases casi bossa de «Árbol viejo del bosque» —tema dedicado a su abuelo— hasta la ternura folk de «Hechizo de amor», cada canción parece emerger de un universo distinto, pero unidas por una visión común.
«La grabación fue intensa. Mi estudio se convirtió en el corazón del proceso. Algunos músicos grabaron una canción específica, y otras se fueron construyendo en el aire, como si los monstruos que mencionan los temas se apoderaran de nosotros», bromea Osvaldo, dejando entrever el trabajo minucioso y colaborativo que dio vida al disco.
Los monstruos que nos acechan
El título del disco surgió de una escena casi accidental en casa, cuando Seba, su hijo, era apenas un niño, y mientras dibujaba le dijo ‘Papá, ¿sabés cómo se llama? El libro de los monstruos’. Y así quedó. Los dibujos incluso formaron parte del diseño del álbum», cuenta. Pero el concepto fue más allá de un simple nombre de fantasía. «Los monstruos somos nosotros mismos, nuestras inseguridades, nuestras pasiones que nos acechan. Todo eso se filtra en la música», reflexiona Osvaldo, dándole profundidad a la idea detrás del disco.
De Misiones para el mundo, con el corazón en casa
Para Osvaldo de la Fuente, “El libro de los Monstruos” no solo es un reflejo de sus influencias musicales, sino también de los músicos que lo han acompañado a lo largo de su trayectoria. Aunque algunos como Darío Vega no llegaron a grabar en el disco, su presencia sigue siendo parte esencial de su narrativa musical.
El disco, que vio la luz de la mano del diario Primera Edición, fue un hito en la carrera de Osvaldo. Su presentación en el Casino Club, con una orquesta de amigos y colaboradores, marcó un antes y un después en su historia musical, esa que él sigue escribiendo a base de acordes, experimentación, y, claro, algunos monstruos que no lo sueltan.
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